¿Por qué en Chile aún no se consolida el trabajo remoto?
Si bien nuestro país se encuentra en franco avance en materia de trabajo remoto, esta tendencia obedece a un aumento del interés por parte de trabajadores jóvenes, más que una estrategia por la cual estén apostando las grandes y medianas empresas chilenas.
Quienes han decidido optar por esta modalidad lo han hecho debido a su estrecha relación con el mejoramiento de la calidad de vida v/s una mayor productividad, lo cual entrega a sus empleadores garantías de cumplimiento en las metas trazadas, como también constituir una “raya para la suma” a la hora de evaluar desempeño.
A pesar de lo positivo que el trabajo remoto puede llegar a ser, las cifras aún parecieran regirse más por un estereotipo negativo, creado desde la base del convencionalismo, más que por los resultados. Esto sucede porque todavía los empleadores que utilizan el modelo clásico de trabajo consideran que el trabajar desde casa o algún otro espacio fuera de la oficina, generará una baja productividad y escasa o nula comunicación con el trabajador.
Existe también una reticencia por parte de líderes de empresas de ciudades como Santiago a contratar talento fuera de la capital, generando un sistema de búsqueda de trabajadores viciado y acotado a un universo que excluye profesionales de regiones. Por otra parte, las compañías que no son capaces de aventurarse y apostar por generar alianzas de trabajo remoto, rara vez poseen estrategias de retención de talento perdiendo a profesionales valiosos cuando estos deciden migrar hacia otras zonas, en busca de una mejor calidad de vida.
Otro punto importante es la falta de modernización del código del trabajo por parte del estado, en el ámbito que compete a la flexibilización de jornadas laborales. Si la propia legislación no favorece nuevas modalidades de trabajo desde el nivel central ni impulsa campañas masivas de apropiación de nuevos conceptos y capacitación de las empresas, resulta imposible, estando en 2016, pensar en una eventual actualización de estos procedimientos.
Según la OCDE, Chile necesita impulsar la productividad para aumentar la calidad de vida.
Según cifras de la OCDE el índice de desconfianza en Chile es del 87%, o sea que sólo trece personas de cada cien confía en el prójimo. No obstante, existen áreas como el diseño, el desarrollo de software y la industria creativa en general que están generando nuevas formas de vida en torno a la confianza, como el uso de oficinas virtuales y los espacios de cowork, verdaderos ecosistemas que sustentan la maquinaria del trabajo remoto en todo el territorio.
Como en todo proceso de transición, debemos esperar para ver y disfrutar de los cambios que ocurren en aras de la modernización, lo cual creemos sucederá pronto, ya que a nivel global el trabajo remoto es cada vez más requerido por empresas y trabajadores. Cerca de dos tercios (60%) de los trabajadores del conocimiento en pequeñas y medianas empresas (PYMEs) en los Estados Unidos, Reino Unido y Alemania ya usan herramientas bajo demanda – tecnologías basadas en Internet o en la nube – en sus trabajos.
Este número es mayor que el encontrado en empresas con 500 o más empleados (53%), lo que muestra la naturaleza ágil y enfocada en el futuro de las pequeñas y medianas empresas. Estos resultados fueron revelados en el Way We Work Study encargado por Unify, marca de Atos para software y servicios de comunicación y colaboración. En este sentido, se espera que para 2020 esta forma de generar ingresos esté consolidada en todo el mundo.
Es por esto que, “9punto5” espera posicionar el trabajo remoto en Chile mostrando casos reales de empresas internacionales y chilenas que están creciendo y desarrollando redes poderosas en base a esta modalidad que ha llegado para quedarse.
¿Qué trabas o bloqueos has encontrado para trabajar de forma remota en Chile? ¿Se puede efectivamente implementar esta forma de trabajo en el país?